Una
realidad que debemos entender y afrontar es que Sinaloa es la entidad del
noroeste con el menor dinamismo económico.
Chihuahua,
Sonora, Baja California han logrado todas establecer mejores circunstancias de
crecimiento aprovechando su calidad de zonas fronterizas, sus recursos humanos
y naturales.
El
discurso alegre y campechano de la tierra del progreso, la riqueza y la gente
bonita nos ha hecho mucho daño, es un autoengaño que ha eliminado el sentido de
urgencia y oportunidad tan necesario para emprender acciones.
Sinaloa
ha aprovechado marginalmente sus capacidades; la capacidad de producir materias
primas no ha sido elemento suficiente para el surgimiento de sectores de mayor
valor agregado o la ampliación de mercados.
La
colindancia del estado con el mercado del norte y su posición en la región Asia
Pacifico apenas ha sido aprovechada para la histórica exportación de hortalizas
y la presencia de una industria maquiladora de baja especialización y salarios.
Si a
lo anterior sumamos la situación que enfrenta hoy el sector agropecuario con el
efecto del cambio climático y el turismo por la recesión mundial, la
inseguridad en el país y nuestra deficiente infraestructura urbana, lo que
tenemos es un escenario donde los tiempos de Sinaloa para su desarrollo se
acotan.
Es
en ello que resulta urgente revisar o de plano crear una agenda que podamos
compartir con el próximo presidente de la república. Y no es que estemos de
acuerdo con esa condición sexenal de las políticas públicas, ni mucho menos con
ese arreglo federal tan inoperante y que debe cambiar, pero es hoy el sistema
que subsiste y sobre el que debemos trabajar.
La
agenda de Sinaloa debe contemplar una lógica de proyectos enfocados a los temas
donde tenemos oportunidad, temas de corto y largo plazo enfocados a generar los
empleos de calidad que estamos demandando.
Si
queremos aprovechar nuestra condición de productor de materias primas
necesitamos de inversión en infraestructura de parques biotecnológicos y la
formación de capital humano especializado.
Si
queremos que la industria minera florezca debemos establecer una nueva política
industrial y el fortalecimiento de nuestro sistema portuario.
Si
queremos una industria turística que aproveche nuestros elementos naturales,
debemos establecer una real estrategia de promoción económica de la inversión
en el sector y la creación de infraestructura urbana.
En
todos estos temas y otros más que deben ser parte de la agenda de Sinaloa la convergencia
de esfuerzos es necesaria, por tanto debemos clarificarlos establecer y exigir
compromisos por parte de quien dirigirá en buena medida los destinos del país
los próximos 6 años.
No
hay mejor manera de convencer a la contraparte que estableciendo beneficios
mutuos y Sinaloa puede ser uno de los motores de crecimiento económico que
necesita el país, del crecimiento que Enrique Peña Nieto prometió en campaña.
Sergio Mario Arredondo
sergiomarioas@gmail.com
@sergiomario1
Sergio Mario Arredondo
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