Son
muchos los problemas que tenemos como sociedad, pero tal vez uno de los más nocivos
es la desconfianza que sentimos por el prójimo.
Distintos
estudios señalan que nadie desconfía más de los mexicanos que los mismos mexicanos,
esta triste condición nos impone una serie de costos en distintos ámbitos de
nuestra vida social.
En
materia económica, es algo que encarece las transacciones entre individuos o en
el peor de los casos las inhibe. La desconfianza obliga a asumir el costo de
procesos, normas, contratos que aseguren el cumplimento de las contrapartes o
sencillamente nos protejan de una actitud ventajosa que ponga en riesgo
nuestros intereses.
La
desconfianza también nos genera costos en otros ámbitos como en democracia, donde
esa condición de entredicho de los mexicanos, nos ha llevado a la construcción
de uno de los andamiajes electorales más complejos, costosos y absurdos en el
mundo.
La inversión
en democracia en nuestro país es de poco más 16 mil millones de pesos y en cada
proceso involucra a millones de individuos, sin embargo todo este
derroche de recursos es para algunos insuficiente para garantizar un proceso
electoral justo, al menos es el argumento.
El
capítulo electoral aun no concluye y es responsabilidad de todos cuidar este
termine bien y no será a través de la
crítica y la denostación como debemos hacerlo.
López
Obrador tiene derechos como ciudadano y como candidato que están contemplados en
la ley. Que en este momento el este haciendo uso de estos mismos implica de
alguna forma un reconocimiento a la autoridad, lo que no demos permitir es que
aun después del desahogo, el o cualquiera de los actores de este proceso clame
desconfianza del resultado de lo sucedido antes y durante el 1 Julio.
Lo
que no debemos permitir es que la demanda de respeto y legalidad se haga
precisamente socavando los derechos de terceros.
No
podemos enfrentar otros 6 años de presidentes legítimos e ilegítimos, esa
condición inhibió muchas decisiones y acuerdos que necesitábamos para
establecer mejores circunstancias de crecimiento y desarrollo.
En
la elección presidencial del 2000, el vice presidente Al Gore, en el marco de
una de las contiendas más controversiales de Estados Unidos, reconoció su
derrota frente a su contrincante George Bush, lo hizo por que sabía del costo
que la desconfianza hubiese impuesto al andamiaje institucional de ese país.
Hoy
en México, no se trata que nadie asume un rol de victima por la patria, se
trata sencillamente que confiemos y respetemos las reglas del juego que todos
hemos establecidos, la mismas que estaban vivas
y estaban claras hace 3 meses cuando inició la contienda electoral.
Sergio Mario Arredondo
sergiomarioas@gmail.com
@sergiomario1
Sergio Mario Arredondo
sergiomarioas@gmail.com
@sergiomario1
1 comentarios
Estoy de acuerdo respecto a la desconfianza, nuestro sistema electoral cuesta millones de pesos que deben ser tomados del presupuesto nacional, cuando se podrían destinar a otras acciones. Es preciso reconocer a las instancias oficiales y actuar siempre en el marco de la ley, sin alterar el orden público.
ResponderBorrarLo que yo agregaría, es que dados los eventos actuales, y particularmente lo vivido en la elección anterior, es necesario pensar en la inclusión de una segunda vuelta en las votaciones, ya que eso garantizaría que el Presidente electo cuanta con la mayoría, lo que facilitaría su acción como representante del Ejecutivo.
Debemos nosotros como ciudadanos empezar por confiar más en nuestras instituciones, y de no hacerlo, exigir que estas sean más transparentes.
Nos falta mucho por aprender y recorrer, pero es imperioso que lo hagamos unidos como sociedad, y dejemos de pensar en el beneficio personal, sino el de la nación entera para poder seguir avanzando en la construcción de nuestra democracia y el desarrollo de nuestro país.