En
Sinaloa esté año se renovaran el congreso local y los 18 ayuntamientos, en las
próximas semanas muchos aspirantes alzaran la mano y como ha sido costumbre lo
harán sin el mínimo bosquejo de sus propuestas. Y es que en nuestro sistema
político primero es manifestar las aspiraciones personales y después abordar
los porque colectivos.
Está
lógica tan común, resulta cada vez más costosa porque nuestras ciudades no son
las mismas de hace 15 o 20 años, sus problemas son cada día mayores y complejos
y demandan visiones de desarrollo mejor estructuradas.
Hoy
el 70% de los mexicanos vivimos en espacios urbanos y más del 80% de la
actividad económica del país se desarrolla también en ellos.
Ciudades
como Culiacán son espacios donde miles de hogares fincan sus posibilidades de
desarrollo y éxito. De la calidad de sus servicios y de la competitividad que
está ofrezca para el desarrollo y atracción de inversiones depende el futuro de
los que vivimos en ella.
Culiacán
no es una ciudad que con la simple “vocación de servicio” ni con las “muchas
ganas de trabajar” de sus autoridades se solucionen sus problemas. Se necesita tener
una claridad de los retos del espacio urbano, entender el impacto negativo que
tiene el pésimo servicio de transporte público en la productividad de sus
usuarios.
Advertir
que su crecimiento urbano se está dando desordenadamente sobre unos de los
valles agrícolas más productivos del mundo y al que todos los años le echamos
concreto.
Entender
que en ella habitan una población joven que todos los años demanda un empleo
bien remunerado. Que su infraestructura urbana no está creciendo a la par de su
crecimiento poblacional acumulando costos en competitividad y reduciendo su
capacidad de atraer nuevas inversiones.
Culiacán
es hoy una ciudad compleja que necesita de propuestas mejor estructuradas. La receta
de pavimento y “apoyos” sociales que nos han prescrito quienes han gobernado el
municipio ha demostrado una total y absoluta ineficiencia, no es posible seguir
con esa pobre lógica de gobierno.
La
pobreza y la marginación que se vive en las periferias de Culiacán, las
ausencias de oportunidades de empleo y desarrollo tienen que ser atendidas a
partir de un enfoque de competitividad, el populismo o los “esquemas sociales
tradicionales” no son respuesta.
En
ese sentido se hace urgente que del proceso electoral no solo surjan
representantes, es necesario también nazcan los planes que lleven a la creación
y entornos que doten a sus habitantes de una mayor productividad.
Los
Institutos de Planeación Municipal nacieron para convertirse en una simple
extensión de la burocracia, sus aportes en cuanto a planeación han sido marginales,
siendo los interés económicos los que siguen definiendo el trazo de la ciudad.
La
crisis que están viviendo hoy muchos ayuntamientos en el país tiene que ver
también con los perfiles de sus cabildos que no están a la altura de los retos
del crecimiento de sus espacios urbanos.
El
primer reto social que tendremos los Sinaloenses esté 2013 es darnos
representantes y gobernantes a la altura de nuestras necesidades y
potencialidades.
A
Culiacán la política la ha tratado mal, en menos de 6 años hemos tenido seis
acaldes y cabildos que con las mejores intenciones no han estado al nivel de
los retos que tiene la ciudad más importante del noroeste del país, todos pues
somos responsables, partidos y sociedad.
Quejarnos
de nada sirve, asumamos mejor cada quién una parte de responsabilidad por
Culiacán y empecemos por darnos en este proceso electoral mejores autoridades.
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