El costo de los discursos triunfalistas

En Sinaloa nos hemos acostumbrado al discurso triunfalista de la autoridad, ese en el que las cosas van bien siempre, donde cada año hay un histórico de nuevas inversiones, algún record que rompimos, un máximo de turismo, una cosecha sin precedentes, abundancia en empleo, todos claro resultados de una acción de la autoridad.

Lo cierto es que los datos económicos normalmente no corresponden a esos discursos. Los fríos números nos dicen que somos un estado con un crecimiento inercial, que en el mejor de los años estamos en el promedio de crecimiento nacional.
El último informe del INEGI indica que en 2011 mientras el país tuvo un crecimiento de su PIB del 3.9%, Sinaloa y Campeche fueron los únicos estados con una caída de su actividad económica.
Sinaloa registra una caída del 0.4% del PIB con una desplome del 24% de la actividad agrícola.
Lo anterior comprueba dos cosas, contrario al discurso oficial las heladas y la sequía tuvieron un impacto realmente severo en un sector (agropecuario) que aun representa el 13% de nuestro producto interno bruto estatal.
Lo segundo, es que se demuestra que somos una economía poco diversificada, que depende de sectores agotados y actividades básicas sin componentes de valor agregado que no generan una dinámica acorde al crecimiento poblacional y urbano que estamos experimentando.
Nuestras actividades se encuentran en los eslabones más bajos de las cadenas productivas en cuanto a valor agregado. Si es en la cadena alimentaria seguimos concentrándonos en la producción dejando de lado la producción de bienes y servicios de valor agregado. A la fecha no existe ninguna estrategia enfocada a provocar el nacimiento de ese tipo de actividades en el estado.
Lo mismo sucede en comercio servicios donde nos hemos centrado en actividades poco sofisticadas y que nos reditúan poco en derrama y empleos de calidad.
Además de lo anterior nuestras ciudades siguen perdiendo competitividad con alcaldes que no tienen claro que su función principal es la provisión de servicios de calidad, la planeación del crecimiento urbano y la creación de infraestructura; las agencias de desarrollo y las universidades también estamos dejando a deber a la sociedad en materia de proyectos para el desarrollo.
Y el resultado de todo ello es lo que vemos cada año, crecimiento magro, empleos mal pagados y potencialidades desaprovechadas.
Los discursos triunfalistas de las autoridades locales, decir que todo va bien, poco o nada suma, es mejor asumir la realidad, trazar una ruta de proyectos.
Urge que los distintos sectores busquemos una agenda de proyectos de corto y mediano plazo que reactiven nuestra economía y que nos enfilen a un ruta de desarrollo.

Sergio Mario Arredondo
sergiomarioas@gmail.com
@sergiomario1

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