Los retos de Culiacán

Culiacán es un municipio de 858 mil habitantes, 220 mil viviendas, 367 mil vehículos registrados, más los chocolates, cada día generamos 747 toneladas de basura, tenemos una incidencia de 1,077 delitos por cada 100,000 habitantes.

Nuestro crecimiento urbano se está proyectando hacia el sur, un crecimiento que se come diariamente parte del valle de Culiacán, uno de los más productivos en el país.
El 27% de su población son jóvenes que todos los años demandan puestos de trabajo, el 29% de los culichis se encuentra en estado de pobreza, 29 mil en pobreza extrema.
El indicador general de actividad económica IGAE del INEGI nos ubica en niveles por debajo de la media nacional.
Y todo ello nos señala básicamente dos cosas. Por una parte, Culiacán es ya un municipio de un tamaño y complejidad que demanda un cabildo y una administración profesionalizada con estrategías de mediano y largo plazo enfocadas a competitividad. Culiacán al igual que el resto de los municipios más urbanizados del estado, Mazatlán y Ahome, no está generado factores de atractividad y eso se está expresando en una baja actividad económica y en la generación de un empleo mal remunerado, condición que a su vez cobra ya facturas en materia de delincuencia y pobreza.
Lo que también resulta cierto, es que el municipio cuenta con los elementos necesarios para convertirse en uno o en el motor de crecimiento del noroeste del país. Estos elementos son su potencial productivo en el sector primario, una población joven y un sistema de instituciones educativas y de investigacion maduras.
La clave y proposito de Culiacán debe ser el generar a estos jovenes, al sector empresarial y a esas insituciones mismas un entorno urbano que los haga más competitivos, con servicios de calidad, con infraestructura urbana que permita la atracción de empresas de valor agregado, el diseño y creación de espacios que permitan la confluencia y vinculación entre los actores señalados.
Los distintos estudios nos ubican como una ciudad de competitividad media, señalando deficiencias en infraestructura urbana, marco de derecho, ambiente para el desarrollo de negocios. A eso debemos sumar una cultura de participación muy baja que ha limitado el desarrollo de proyectos de gran calado.
Hay que reconocer que las administraciones municipales han hecho un buen esfuerzo en ir resolviendo parte de los problemas que el crecimiento urbano significa, pero han hecho muy poco en cuanto a su direccionamiento, crecemos aún de manera anarquica en base a ocurrencias e intereses.
Persistir en la política tradicional de pavimento y apoyos sociales solo nos estará llevando a un deterioro de nuestro espacio urbano, con la acumulación de más costos sociales, resulta necesario cambiar el perfil de nuestros gobiernos locales y establecer agendas reales de desarrollo que respondan a los retos y oportunidades que el entorno nos ofrece.
¿Qué ciudad queremos ser? ¿qué sectores económicos queremos tener? ¿qué empleos queremos generar? ¿qué debemos hacer? Algunos de los planteamientos que ya urgen ser atendidos.

Sergio Mario Arredondo
sergiomarioas@gmail.com
@sergiomario1

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