En las últimas semanas se ha
venido dando un debate mediático entre el Banco de México BANXICO y la
Secretaría de Hacienda y Crédito Público SHCP en materia de expectativas de
crecimiento.
Mientras el Banco de México señala
una desaceleración de la actividad económica en los primeros trimestres del año
y anuncia medidas para reactivar el ciclo, la SHCP insiste en mantener una
expectativa de crecimiento del 3.1% del PIB para el 2013.
Ambos organismos de alguna
manera están haciendo su trabajo, Banxico como órgano autónomo depositario de
la política monetaria y cambiaria del país, justifica sus medidas en un
escenario recesivo. Mientras la SHCP intenta mantener en los distintos actores
una expectativa de crecimiento.
El ciclo económico se basa
en las expectativas que tengan los actores de su entorno económico, es en
función de ello que de determinan las decisiones de consumo e inversión que
conforman la demanda agregada de una economía.
Si los actores avizoran un
futuro incierto, lo seguro es que reducirán sus expectativas de consumo, no se
comprarán al auto nuevo, cancelarán las vacaciones o la remodelación de la
casa, todo ello en detrimento de la economía en su conjunto.
Lo cierto es que la economía
mexicana está viviendo una etapa de expectativas bajas, todos o una gran
mayoría de los que la conformamos sentimos una gran incertidumbre sobre el
futuro inmediato, todos racionalmente estamos posponiendo gasto, amarrándonos
el cinturón y las tiendas acumulan inventarios.
El gobierno de Enrique Peña
ha hecho esfuerzos importantísimos por sembrarnos una expectativa de
crecimiento o de esperanza como se quiera ver. Sin embargo, no existen aún un
hecho concreto que nos lleve a ese animo.
Tal vez y solo tal vez las
reformas estructurales puedan establecer alguna circunstancia de despegue
económico del país. Pueden estas acelerar nuestro ritmo de crecimiento
económico por más de una década estancado en una mediocridad que ha producido
53 millones de pobres.
La reforma energética y
fiscal, pueden ser esos elementos de cambio que permitan que la generación de
nuestros hijos viva en un entorno de oportunidades que no hemos tenido los
mexicanos nacidos después los setentas. Las
reformas no son la solución a nuestros problemas, no resuelven los rezagos
acumulados, pero pueden ser un primer capitulo de éxito que nos permita ir
recuperando la confianza perdida.
En Sinaloa, también hace
falta ese capítulo que nos permita ir construyendo mejores etapas, irónicamente
en ello se observa un mayor avance a nivel país que en la región.
Aquí no hay pacto por
Sinaloa, ni temas concretos y definidos en que avanzar. Los liderazgos están
desvanecidos, las voces académicas no tiene gran eco, los liderazgos
empresariales está fragmentados y no hacen una sola voz que se oiga, mientras
que la clase política nuestra es menor, no solo no alcanzan entender su rol
parece no les importa mucho entenderlo.
Viene un nuevo legislativo
local y peor que el saliente no puede estar, tal vez el nuevo congreso tenga el
tino de proponer una agenda legislativa con los temas que necesitamos atender y
genere una discusión en ese sentido. Puede la nueva legislatura aprovechar el
animo nacional para salpicarnos de esa necesaria necesidad de replanteamiento
de lo que somos.
Sinaloa al igual que el país
necesita relanzarse como economía, asumir un nuevo discurso público de
crecimiento, de diversificación económica, de inteligencia y audacia en la toma
de decisiones. Cualquier otra cosa solo significa una inercia de bajo crecimiento,
mediocridad y oportunidades perdidas.
Sergio Mario Arredondo
@sergiomario1
sergiomarioas@gmail.com
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