Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano es un personaje de la
vida nacional por derecho propio, el
hijo del ex presidente Cárdenas es de los pocos casos de hijos de poderosos que
no han quedado en la sombra del progenitor.
Cuauhtémoc ha logrado que el apellido Cárdenas se
extienda en la vida nacional con dignidad y prestigio.
Como cualquier heredero del poder, inició su carrera
política apoyado en la figura de uno de los presidentes más queridos que hayamos
tenido. Sin embargo, en las elecciones por la presidencia en 1988 el hijo del
general decidió desafiar al aparato político que lo había cobijado desde la
muerte de su padre en 1970.
En ese momento irrumpió en la vida nacional encabezando
la corriente critica del PRI que finalmente se desprende del mismo y conforma
con distintos grupos de izquierda el frente democrático nacional disputando la
presidencia al partido en el poder. La
elección del 1988 controvertida, da el triunfo al candidato priista, pero
informa a la sociedad mexicana que era posible construir un proyecto político capaz
de enfrentar al aparato político del estado y de lograr la alternancia en el
poder.
Criticado por una actitud caudillista que enfrento a
la izquierda, se presentó en dos ocasiones más como candidato a la presidencia
de la república con resultados desastrosos. En una actitud parecida a la de su
padre se retiró de los reflectores y asumió un bajo perfil sin perder nunca
presencia en los momentos relevantes del país.
Hoy en el contexto de la discusión de una reforma
energética, cuando no pocos actores de la izquierda ya se frotaban las manos
ante el escenario que brinda una tema tan enraizado en la psiquis del mexicano
como lo es la riqueza petrolera. Cuando ya muchos alistaban los discursos valentones
de defensa a ultranza de la riqueza nacional, surge de nuevo el Ingeniero Cárdenas
con esa parsimonia y ese gesto serio, adusto tan criticado por esos expertos de
imagen y del marketing político.
Se puede coincidir o no con la propuesta de Cuauhtémoc
pero no deja de ser oxigenante la defensa ideológica de una expresión política
como la izquierda frente a un tema nacional.
Un postura que no deja margen a esa ambigüedad tan
presente en nuestra clase política donde se han perdido todas la fronteras ideológicas
en aras de lograr el objetivo electoral. Cárdenas hoy actúa más por convicción
que por forjar un destino político.
Cárdenas ha levantado la voz, pero lo ha hecho como
el sabe, con argumentos, con un análisis frío y hablándole de tu al poder, no
siente, ni expresa esa extraña fascinación que tiene nuestra clase política por
quienes habitan en Los Pinos, al fin esa es la casa en que nació y tuvo su
primera infancia.
Hoy Cárdenas tal vez le esta brindando a la izquierda
mexicana una nueva, la última oportunidad de constituirse como una expresión
seria, con una identidad ideológica clara y sin cesiones, una circunstancia más
que especial en un entorno donde la frivolidad y oportunismo político es la
divisa de la vida nacional, en un momento donde la derecha se encuentra perdida
ideológicamente, enfrentada como nunca hacia su interior y donde el PRI
empezará pronto sufrir los costos propios y normales del ejercicio del poder.
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