Las reformas y la clase política (El Debate, 17 de Octubre)
- 7:23 a.m.
- AUTOR: Sergio Mario Arredondo
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Mucho tiempo ha
pasado desde que el país no tenía una agenda de temas tan cargada como la tiene
hoy, reforma fiscal, energética, educativa, de comunicaciones, una verdadera
avalancha de asuntos para un país que abandonó el necesario ejercicio de
debatir sobre su presente y futuro.
Como en
cualquier democracia moderna la agenda nacional tiene como protagonistas a
quienes hemos elegido como autoridades y representantes, lo que no quiere decir
que no puedan involucrarse la academia, sector privado, sindicatos, grupo
sociales.
Sin embargo, es
a los primeros a quienes corresponden procesar está discusión, enriquecerla,
llevarla a puntos medios, velar por los intereses de sus representados a partir
de la ideología de sus partido y de lo que es su propuesta electoral.
Sería ingenuo
pensar que los 500 diputados en el congreso juegan en la discusión de las
llamadas reformas estructurales, son solo unos cuantos los que están en la
posibilidad influir en el resultado final, los que tienen una silla en la mesa
de negociación. El resto tiene la tarea de interpretar las posturas de sus
dirigencias, de hacerla accesible a la sociedad en general, lograr el necesario
apoyo de sus representados, servir como un termómetro de lo que pasa en las
calles, empresas, hogares mexicanos, proponer virajes de rumbo.
Desafortunadamente
llegamos a ese momento con una de las clases políticas más pobres en la
historia moderna del país. Están los temas, están los objetivos, está la
posibilidad de país, pero no están los hombres y mujeres con la capacidad de
hacer política, de si quiera convocarnos a través del discurso político a
nuevas rutas para el desarrollo de la nación.
¿Quién de los
500 diputados en San Lázaro ha articulado un discurso coherente de defensa o
rechazo a las reformas planteadas? ¿Quién nos ha ayudado a preguntar y explicar
para que quiere más recursos el gobierno federal? ¿Quién ha buscado comprometer
al ejecutivo federal con una política de transparencia y rendición de cuentas
en el gasto público? ¿Quién de los que se niegan a las reformas plantean
alternativas? ¿Quien nos ha explicado cuales son los beneficios o riesgos del
reforma energética?
Estamos arribado
a esté momento de definición con un poder legislativo gestado en un momento
donde las fronteras ideológicas entre partidos han desaparecido, con un sistema
de partidos monopolizado por una elite que solo permite el filtro a los
cómodos, a los que tienen apenas la capacidad de cuidar el interés de
particulares, a los osados que saben jugar las nuevas reglas de la sumisión.
La política es
hoy más que nunca regional y en Sinaloa ha quedado claro el nivel de nuestros
representantes en todos los partidos. Esta muy claro el “valiente” no del PAN
sin más argumento, solo como una bandera con la cual reinventarse
electoralmente cueste a quien le cueste, queda claro la irrelevancia y pereza
intelectual de la izquierda y también está claro los tristes balbuceos de
defensa del PRI de sus propias propuestas.
Es injusto decir que la clase política es un
reflejo de la sociedad, sin duda hay mejores actitudes y capacidades que no han
logrado alcanzar los espacios producto de esa estructura política que hemos
permitido todos como maquinaria perfecta de pequeñez.
Se podrá
criticar el sentido y alcance de las reformas propuestas por Enrique Peña, pero
lo cierto es que ha generado un momento de discusión nacional, un mérito de la
mayor importancia histórica pero que ante la pobreza de nuestros representantes
corre el riesgo de arrojar un resultado marginal, reformas que pueden quedar
cortas frente a los retos del país.
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