Las reformas y la clase política (El Debate, 17 de Octubre)


Mucho tiempo ha pasado desde que el país no tenía una agenda de temas tan cargada como la tiene hoy, reforma fiscal, energética, educativa, de comunicaciones, una verdadera avalancha de asuntos para un país que abandonó el necesario ejercicio de debatir sobre su presente y futuro.
Como en cualquier democracia moderna la agenda nacional tiene como protagonistas a quienes hemos elegido como autoridades y representantes, lo que no quiere decir que no puedan involucrarse la academia, sector privado, sindicatos, grupo sociales.
Sin embargo, es a los primeros a quienes corresponden procesar está discusión, enriquecerla, llevarla a puntos medios, velar por los intereses de sus representados a partir de la ideología de sus partido y de lo que es su propuesta electoral.
Sería ingenuo pensar que los 500 diputados en el congreso juegan en la discusión de las llamadas reformas estructurales, son solo unos cuantos los que están en la posibilidad influir en el resultado final, los que tienen una silla en la mesa de negociación. El resto tiene la tarea de interpretar las posturas de sus dirigencias, de hacerla accesible a la sociedad en general, lograr el necesario apoyo de sus representados, servir como un termómetro de lo que pasa en las calles, empresas, hogares mexicanos, proponer virajes de rumbo.
Desafortunadamente llegamos a ese momento con una de las clases políticas más pobres en la historia moderna del país. Están los temas, están los objetivos, está la posibilidad de país, pero no están los hombres y mujeres con la capacidad de hacer política, de si quiera convocarnos a través del discurso político a nuevas rutas para el desarrollo de la nación.
¿Quién de los 500 diputados en San Lázaro ha articulado un discurso coherente de defensa o rechazo a las reformas planteadas? ¿Quién nos ha ayudado a preguntar y explicar para que quiere más recursos el gobierno federal? ¿Quién ha buscado comprometer al ejecutivo federal con una política de transparencia y rendición de cuentas en el gasto público? ¿Quién de los que se niegan a las reformas plantean alternativas? ¿Quien nos ha explicado cuales son los beneficios o riesgos del reforma energética?
Estamos arribado a esté momento de definición con un poder legislativo gestado en un momento donde las fronteras ideológicas entre partidos han desaparecido, con un sistema de partidos monopolizado por una elite que solo permite el filtro a los cómodos, a los que tienen apenas la capacidad de cuidar el interés de particulares, a los osados que saben jugar las nuevas reglas de la sumisión.
La política es hoy más que nunca regional y en Sinaloa ha quedado claro el nivel de nuestros representantes en todos los partidos. Esta muy claro el “valiente” no del PAN sin más argumento, solo como una bandera con la cual reinventarse electoralmente cueste a quien le cueste, queda claro la irrelevancia y pereza intelectual de la izquierda y también está claro los tristes balbuceos de defensa del PRI de sus propias propuestas.
Es  injusto decir que la clase política es un reflejo de la sociedad, sin duda hay mejores actitudes y capacidades que no han logrado alcanzar los espacios producto de esa estructura política que hemos permitido todos como maquinaria perfecta de pequeñez.
Se podrá criticar el sentido y alcance de las reformas propuestas por Enrique Peña, pero lo cierto es que ha generado un momento de discusión nacional, un mérito de la mayor importancia histórica pero que ante la pobreza de nuestros representantes corre el riesgo de arrojar un resultado marginal, reformas que pueden quedar cortas frente a los retos del país.

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