Lección de clase política. (Publicado en La Gaceta de Sinaloa, 27 de Agosto de 2012)


Si en España hubiese hoy un referéndum sobre el gobierno de Rajoy, seguramente este fuese depuesto abrumadoramente.
A menos de un año de haber asumido el poder, el nuevo gobierno español ha tenido que darle a sus gobernados una medicina terriblemente amarga; incremento del IVA, eliminación de aguinaldos a los trabajadores del estado, suspensión de contrataciones, congelación de sueldos a funcionarios, recortes en el gasto público y otras medidas de austeridad que ya han sacado a las calles a miles de españoles a manifestar su rechazo.
Rajoy está consciente de lo impopular de las medidas, pero también sabe que cualquier otra ruta pudiese significar un trastorno mayor de la economía española con costos sociales mucho mayores que los que hoy se viven. La meta es clara, sanear las finanzas públicas, recapitalizar la economía española como bases para una nueva etapa de crecimiento económico.
El futuro político de Rajoy y del Partido Popular dependerá del impacto de las medidas, por ejemplo de cómo estas reduzcan la tasa desempleo que en el caso de la población joven supera el 50%. Sin embargo, no son pocos los que coinciden que España está destinada a un periodo largo de recuperación económica.
Ante este complicado escenario Rajoy pudo haber asumido otras posturas, como la de negar la realidad y patear el balón, o la de asumir marginalmente los retos y dedicarse culpar al anterior gobierno del desastre económico heredado.
El presidente español no asumió ninguna de ellas, tomó el toro por lo cuernos y su discurso frente a la sociedad ha sido claro, “El camino para salir del pozo estará lleno de sacrificios” ha dicho más recio que quedito.
México no está en la situación de España, pero tampoco en un paraíso terrenal como en ocasiones intentan vendernos, necesitamos tomar medidas, algunas que son impopulares y que nuestros gobernantes y representantes se han encargado de postergarlas para sencillamente no asumir el costo político de las mismas.
El crecimiento inercial de nuestra economía, nuestros rezagos sociales se deben en buena medida a una pasividad ante los retos del contexto y es que la lógica de nuestra clase política es no hacer olas, es no enredarse, el pragmatismo en su peor expresión.
Es algo que vemos sobre todo en nuestros representantes en el congreso, exigiendo recursos para sus representados, pero sin decir de donde tendrán que salir los mismos. Para un diputado siempre será mejor exigir medicinas para todos, que el anunciar una reforma fiscal que asegure el cobro justo de impuestos.
Para un alcalde o gobernador siempre será mejor un evento para inaugurar la pavimentación de una calle o una escuela, que uno para anunciar el incremento de la tarifas de servicios públicos.
Requerimos con urgencia una clase política con un poco de la actitud de Rajoy, una que enfrente los problemas sin ese absurdo y costoso populismo que ha sido la etiqueta de la conducción política en México.
Ya no estamos para conformarnos con mejórales, ni para estar viendo a heroicos gestores del presupuesto, ocupamos representantes y gobernantes que asuman con seriedad su rol y que tengan la capacidad de asumir el costo de las medidas de política pública que necesitamos.

Sergio Mario Arredondo
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