Lección de clase política. (Publicado en La Gaceta de Sinaloa, 27 de Agosto de 2012)
- 9:28 p.m.
- AUTOR: Sergio Mario Arredondo
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Si
en España hubiese hoy un referéndum sobre el gobierno de Rajoy, seguramente este
fuese depuesto abrumadoramente.
A
menos de un año de haber asumido el poder, el nuevo gobierno español ha tenido
que darle a sus gobernados una medicina terriblemente amarga; incremento del
IVA, eliminación de aguinaldos a los trabajadores del estado, suspensión de
contrataciones, congelación de sueldos a funcionarios, recortes en el gasto
público y otras medidas de austeridad que ya han sacado a las calles a miles de
españoles a manifestar su rechazo.
Rajoy
está consciente de lo impopular de las medidas, pero también sabe que cualquier
otra ruta pudiese significar un trastorno mayor de la economía española con
costos sociales mucho mayores que los que hoy se viven. La meta es clara, sanear
las finanzas públicas, recapitalizar la economía española como bases para una
nueva etapa de crecimiento económico.
El futuro
político de Rajoy y del Partido Popular dependerá del impacto de las medidas, por
ejemplo de cómo estas reduzcan la tasa desempleo que en el caso de la población
joven supera el 50%. Sin embargo, no son pocos los que coinciden que España
está destinada a un periodo largo de recuperación económica.
Ante
este complicado escenario Rajoy pudo haber asumido otras posturas, como la de
negar la realidad y patear el balón, o la de asumir marginalmente los retos y dedicarse
culpar al anterior gobierno del desastre económico heredado.
El
presidente español no asumió ninguna de ellas, tomó el toro por lo cuernos y su
discurso frente a la sociedad ha sido claro, “El camino para salir del pozo estará
lleno de sacrificios” ha dicho más recio que quedito.
México
no está en la situación de España, pero tampoco en un paraíso terrenal como en
ocasiones intentan vendernos, necesitamos tomar medidas, algunas que son
impopulares y que nuestros gobernantes y representantes se han encargado de
postergarlas para sencillamente no asumir el costo político de las mismas.
El
crecimiento inercial de nuestra economía, nuestros rezagos sociales se deben en
buena medida a una pasividad ante los retos del contexto y es que la lógica de
nuestra clase política es no hacer olas, es no enredarse, el pragmatismo en su
peor expresión.
Es
algo que vemos sobre todo en nuestros representantes en el congreso, exigiendo
recursos para sus representados, pero sin decir de donde tendrán que salir los
mismos. Para un diputado siempre será mejor exigir medicinas para todos, que el
anunciar una reforma fiscal que asegure el cobro justo de impuestos.
Para
un alcalde o gobernador siempre será mejor un evento para inaugurar la
pavimentación de una calle o una escuela, que uno para anunciar el incremento
de la tarifas de servicios públicos.
Requerimos
con urgencia una clase política con un poco de la actitud de Rajoy, una que
enfrente los problemas sin ese absurdo y costoso populismo que ha sido la
etiqueta de la conducción política en México.
Ya
no estamos para conformarnos con mejórales, ni para estar viendo a heroicos
gestores del presupuesto, ocupamos representantes y gobernantes que asuman con
seriedad su rol y que tengan la capacidad de asumir el costo de las medidas de
política pública que necesitamos.
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