Reforma Laboral, primer mensaje (Publicado en El Debate, 27 de Septiembre de 2012)


La Reforma a la Ley Federal del Trabajo (LFT) presentada por Felipe Calderón a través de la iniciativa preferente, es el primer mensaje que nos dará la clase política que nos representa, el resultado hablará de la capacidad de acuerdos y del compromiso que se tiene con el crecimiento y desarrollo del país.
Entre los puntos que identifican la iniciativa enviada por el presidente y que han generado la mayor discusión, está el establecimiento de contratación por horas y los periodos de prueba. Ambas medidas, que además de ser una realidad en buena parte del mundo, llevan como fin flexibilizar el mercado laboral y facilitar la contratación sin menoscabo de los derechos del trabajador establecidos en nuestra constitución.
Otro elemento que ha llamado a la discusión tiene que ver con las empresas de outsourcing esquema que ya pulula en el país y que resulta necesaria su regulación con el fin de garantizar los derechos de quienes resultan empleados bajo estos esquemas.
No menos importantes son los puntos que refieren al fortalecimiento de los derechos de equidad de género, de trabajo digno, de capacitación laboral, así como la tipificación del trabajo infantil como delito.
Sin embargo, lo que está llevando a rasgarse las vestiduras a nuestros representantes, tiene que ver en primer término con los capítulos relacionados a los sindicatos donde básicamente la reforma plantea transparentar su vida interna en lo que a sus finanzas respecta.
Ha sido en ese sentido que la iniciativa ya ha sido calificada como una ruin intentona de vulnerar la vida interna de los sindicatos y para su defensa ya se han desempolvados los argumentos de la autonomía sindical, esa misma que ha permitido que muchos de estos organismos gremiales hayan acumulado un inmenso poder que no siempre es empleado a favor de su miembros y del bien público.
Partidos como el PRD caen en una clara contradicción al oponerse a transparentar la vida interna de los sindicatos y al mismo tiempo señalar la corrupción de aquellos que no les son a fines políticamente.
La única forma que tenemos para avanzar hacia la construcción de un sindicalismo más acorde a los interés del país, es precisamente transparentando su vida interna, otorgándoles derechos más claros a los mismos agremiados permitiendo así la democracia en estos vitales órganos de la vida social y económica del país.
Otro de los argumentos que se esgrimen para rechazar la iniciativa del ejecutivo, es que buena parte de las reformas propuestas va en el sentido de otorgarles al empleador una mayor seguridad jurídica según esto detrimento de los derechos del trabajador. Lo cierto es que sin violentar ninguno de los derechos laborales plasmados en la constitución, el objetivo de la iniciativa es equilibrar la ley federal de trabajo de 1970 creada desde la visión absoluta de defensa del trabajador.
Para nadie es un secreto como la LFT está inclinada hacia al trabajador, lo que ha generado una seria de vicios y lagunas legales que inhiben esa necesaria interacción laboral que permitiría una mayor generación de empleos en el sector formal.
Debemos recordar que los grandes patrones del país, no son los consorcios o monopolios que tal vez en justicia son criticados socialmente. El 80% de los puestos de trabajo los generan las pequeñas y medianas empresas mexicanas que necesitan un marco institucional que les otorgue seguridad jurídica y flexibilidad para poder aprovechar en el mejor sentido la fuerza laboral del país.
Así como al trabajador le es indispensable a la empresa para su desarrollo, el trabajador necesita existan puestos de trabajo que son generados principalmente por éstas.
Lo cierto es que aprobar una reforma laboral es un paso necesario, obligatorio si queremos construir nuevas etapas de crecimiento y generación de empleos.
Nuestros representantes al momento de decidir deberán tener presente los más de 7 millones de jóvenes que hoy no tiene oportunidad de empleo, deberán tener presentes a los trabajadores y sus derechos, a los empresarios mexicanos que necesitan mejores circunstancias de desarrollo, cualquier otro referente estaría fuera de los verdaderos interés del país.
El peor mensaje de nuestros representantes sería sin duda una reforma incompleta, que solo nos ratificaría como un país que le cuesta trabajo incluirse en un contexto global definido por la competencia y la capacidad de cambio.

Sergio Mario Arredondo
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